La transformación que ha sufrido nuestro país durante los últimos 70 años, de especial impacto en el mundo rural, ha hecho surgir centenares de iniciativas para intentar preservar la cultura rural tradicional. Al calor de este objetivo han proliferado los museos etnológicos y etnográficos y ya no hay casi comarca que no tenga al menos uno. Iniciamos en este número de Desarrollo Rural y Sostenible, la difusión de algunos de ellos, mediante una selección que no pretende otorgar distinciones ni calificaciones, sino mostrar su riqueza y diversidad conceptual y geográfica. Sabemos que hay muchos más de los que el limitado espacio nos permite presentar aquí, y por eso seguiremos mostrando otros muchos con cierta regularidad.
Con una superficie expositiva de más de 2.000 m2, distribuidos en tres edificios, el Museo Etnográfico Casa do Patrón muestra más de 4.500 piezas recogidas por toda la geografía gallega. Es de particular interés la sala dedicada al lino, que abarca todo el proceso completo de esta fibra, desde el cultivo de la planta hasta la elaboración del tejido, con todos los aperos que se usaban, incluyendo un telar con más de 300 años, devanadoras e hilanderas.
El concepto de exposición permanente de este museo propone una amplia visión de la cultura tradicional desde la óptica del individuo. Recoge objetos relacionados con los ritos, las medidas del tiempo, la meteorología, las fiestas, las creencias, las leyes, el lenguaje y los cambios culturales. Lo más interesante, la planta El barro: símbolo y función, que expone objetos de alfarería fabricados por los artesanos a través de los siglos, relacionados con la mitología y la religión, la relación con la vida y la muerte, los oficios y la arquitectura.
El ecomuseo etnológico Alma Serrana está dedicado a poner en valor la cultura de la sierra de Segura, para conocer y comprender la historia de sus pobladores, sus costumbres y tradiciones, los oficios antiguos y sus técnicas, su relación con el territorio y el aprovechamiento de los recursos naturales. En el recorrido podemos ver herramientas tradicionales, numerosas fotografías antiguas de la zona y la reproducción de varias instalaciones, como un antiguo refugio pastoril, una escuela rural, una vivienda tradicional y una barbería, entre otras.
El Silo es una muestra de la arquitectura popular de los siglos XVIII al XX en el entorno de Villacañas y es la pieza central de este museo. Es excepcional por estar excavada en terreno llano, a unos cuatro metros bajo el nivel del suelo, y no en ladera. Esta casa sin tejado ni pilares ni tabiques conseguía mantener una temperatura constante y era multifuncional, con dormitorio, cocina, comedor, cuadra, pajar y gallinero. También tenía una lumbrera, una falsa ventana vertical que permitía el paso del aire y de la luz.
La visita a este museo nos permitirá conocer quiénes eran las trementinaires, mujeres de la sierra del Cadí que caminaban cada año muchos kilómetros solas hasta las ciudades para vender hierbas y remedios naturales, entre ellos la trementina que les da nombre. Aquí se explica cómo organizaban sus rutas comerciales, siempre a pie, desde el valle de la Vansa y Tuixent hasta las tierras llanas del interior y el litoral de Cataluña. Este oficio absorbió la mayor parte de la población femenina del valle durante más de 100 años.
La trashumancia ha sido, y aún lo es en parte, una de las prácticas ganaderas más importantes de España, integrada en el medio natural y adaptada a sus circunstancias climáticas. Pese a ello, este es uno de los pocos lugares que abordan monográficamente el patrimonio ligado a la ganadería trashumante. Entre sus riquezas destacan una máquina de esquilar a manivela única en su género, una colección de empecinadores y piezas provenientes de pueblos nómadas y trashumantes de América, Asia, África y Europa.
Este recoleto museo nos ofrece un recorrido completo por los principales procesos de la primitiva artesanía e industria manual del esparto en Cieza, que incluye el arranque en el monte, el secado en las tendidas, el cocido en las balsas, el picado en los mazos, el rastrillado, el hilado en las ruedas y la elaboración de cordeles, trenzados y estropajos. Exhibe una muestra de los diferentes utensilios y herramientas utilizadas en los trabajos así como de los productos manufacturados con el esparto, además de documentación impresa y fotográfica.
Sus fondos están integrados por amplias colecciones de objetos de valor etnográfico, fotografías, documentación y testimonios de la tradición oral: cantares, leyendas, cuentos. Incluye el Muséu de la Gaita. Archivu de la Música Tradicional, donde se exhiben gaitas asturianas y otras tradicionalmente usadas en distintos países de Europa, del norte de África y del Oriente Próximo. También muestra otros instrumentos tradicionales asturianos y una colección de grabaciones de música tradicional asturiana en sus diversos soportes históricos.
En las instalaciones de este centro se recrea la cultura popular, la historia y las costumbres de esta zona del norte de la isla. Cuenta con una era, distintas casas terreras, corrales con gallinas y conejos, un huerto de plantas medicinales y sus características casas pajizas o pajares, tradicionales construcciones utilizadas antaño como vivienda, habilitadas hoy como salas de exposición. Una meticulosa reproducción de una “venta” (tienda) tradicional es otro de sus contenidos de interés.