La España vacía. Viaje por un país que nunca fue, de Sergio del Molino (Madrid, 1979), se ha convertido de manera inesperada en un éxito editorial que ha procurado todo tipo de parabienes al autor.
Pudiera ser la primera vez en mucho tiempo que un libro sobre el mundo rural agote en pocas semanas la primera tirada y acapare críticas favorables en los principales suplementos culturales. Su punto de partida es el gran éxodo de población rural a las ciudades en los años cincuenta y sesenta del pasado siglo, que afectó a la mitad del territorio nacional (268.083 kilómetros cuadrados). De “gran trauma” lo califica Sergio del Molino, que lógicamente habla también de la España llena (una no se entiende sin la otra). Sergio del Molino ha escrito otros seis libros (La hora violeta, Lo que a nadie le importa, etc.) y colabora asiduamente en varios medios de comunicación. Viajero infatigable por pueblos y ciudades de España, pese a todo concluye: “Hemos logrado un país bastante habitable”.
Este es un ensayo literario y por eso se entiende que no ahonde en las causas que han provocado la España vacía, salvo una cita al franquismo…
Me interesa el punto de partida no como indagación de por qué está así. No trato de hacer un estudio exhaustivo de las causas, que además no me corresponde. Hablo de Franco por esa sensación de la España vacía de que son ciudadanos de segunda, arrumbados y marginados. Reflejo cierto victimismo muy arraigado en el campo español, no siempre de manera justificada, pero no me regodeo. El Estado está ahí, pero ellos se sienten marginados del discurso oficial, como demuestran las dificultades para que estos temas salgan en los medios de comunicación. El victimismo, o el resentimiento, mejor dicho, no es la estrategia de seducción más adecuada para copar el espacio público.
El éxodo rural se hubiera producido en cualquier caso, ¿no cree?
Sin duda, porque es una tendencia de toda sociedad desarrollada, y seguirá siendo así. La cuestión es que con un Gobierno democrático y una opinión pública libre los efectos desastrosos del éxodo rural se habrían amortiguado, no sé si con una reforma agraria o de alguna otra manera. El franquismo no fue la causa sino un acelerante.
¿Qué es el “Gran Trauma”, así con mayúsculas?
Es el momento de la última despoblación, la gran oleada de éxodo rural que se produce en España en la década de los cincuenta/sesenta, cuando las grandes ciudades españolas triplican su tamaño y casi su población en apenas 20 años. Catorce provincias del centro del país, lo que yo llamo la “España vacía”, entraron en declive rural con una pérdida de población irrecuperable, produciéndose lo que los técnicos denominan desiertos demográficos. El “gran trauma” ahonda un desequilibrio que ya existía, pero el contraste en ese momento es brutal y condiciona mucho la estructura social y las relaciones entre los españoles en las décadas posteriores.
Ya existía, en efecto, porque usted mismo escribe que la España vacía nunca estuvo llena.
Sí, aunque no tan urbanizada. El contraste entre las dos Españas (la vacía y la llena) se agudiza en esos años y el proceso de despoblación no tiene parangón con los países europeos de nuestro entorno. La brecha es mucho mayor que la de Francia, Italia o Alemania. Esto es el “gran trauma”, una especie de año cero que sirve para reinterpretar la historia del país.