La despoblación del campo es el resultado de la falta de oportunidades y la imposibilidad de obtener unos ingresos estables. Este es el riesgo que amenaza la pervivencia de los cultivos olivareros en terrenos con pendientes elevadas, frecuentemente ligados a explotaciones familiares, cuya producción es inferior a las plantaciones intensivas y sus costes de recolección muy superiores. La cooperativa olivarera Almazaras de la Subbética y, en concreto, su Departamento de Agronomía y Desarrollo Rural, ha conseguido encontrar alternativas productivas que ofrecen rentas complementarias a los dueños de estos olivos de montaña. Todas ellas respetan el medio ambiente y apuestan firmemente por el empoderamiento de la mujer en un sector tan masculinizado. Por ello, el MAGRAMA le otorgó el Premio de Excelencia a la Innovación para Mujeres Rurales en 2015.
Cuatro de cada diez litros de aceite de oliva que se consumen en todo el mundo se producen en Andalucía. Un millón y medio de hectáreas, de las que el 26,8% están sobre terrenos con una pendiente mayor de un 20%, según el Plan Director del Olivar Andaluz. Estos cultivos de montaña, de menor extensión y ligados a explotaciones familiares, no solo son un elemento de cohesión y mantenimiento de la población rural, también suponen una barrera física a la pérdida de las capas del suelo agrícola (las más superficiales y fértiles) por erosión.
Técnicas que integran el Departamento de Agronomía y Desarrollo Rural. De izquierda a derecha: Nuria Yáñez, Encarnación Pérez, Mª josé Montes y Araceli Moral.