Cuidar el planeta proporciona beneficios que normalmente no percibimos porque prima lo catastrófico a la hora de informar. Una exposición basada en el libro Buenas noticias para el planeta recopila imágenes con textos de Joaquín Araújo donde esta condición se invierte. La Fundación AXA y Lunwerg Editores son los responsables de esta mirada positiva y esperanzadora, con ejemplos donde las acciones en pro de la conservación y/o restauración de la naturaleza sustituyen a las consecuencias negativas más habituales de nuestra relación con el entorno.
La firma y ratificación de acuerdos internacionales y vinculantes es uno de los grandes pasos dados por los gobiernos para garantizar la protección del medio ambiente. El Tratado Antártico es uno de los más antiguos (se firmó en 1959) y abrió el camino para otros posteriores.
El aprovechamiento sostenible de los recursos forestales es una de las mejores armas en absoluto perjudiciales que tenemos para conservar los montes y, sobre todo, prevenir incendios. La saca de leña, como la explotación del corcho, se mantienen como ejemplos de ese trato sostenible al bosque.
La declaración de parques nacionales como los de Monfragüe en Extremadura y Cabañeros en Castilla-La Mancha, junto con la creación de comederos artificiales, supone un beneficio para las aves carroñeras. El buitre negro es de las más amenazadas y su población se ha incrementado en los últimos años en España ayudado también por diferentes programas de reintroducción.
También hay respeto por los animales en la conservación de una tradición milenaria, la trashumancia, que limita la estabulación excesiva y los efectos negativos de la ganadería intensiva. Además, se mantienen en pie caminos y veredas que se convierten en auténticos corredores de biodiversidad.
Las vegas agrícolas que respetan los cauces y sus bosques de ribera se convierten en buenos aliados de nuestras reservas fluviales. Entre otras cosas impiden que la especulación urbanística, con su cemento y su asfalto, acabe con estas tierras fértiles.
Vandana Shiva, que en 1971 emprendió su primera acción para impedir la tala de los bosques del Himalaya, y Wangara Maathai, defensora de los árboles y forestas autóctonos de África, son otros dos buenos ejemplos de personas que han impulsado campañas y movilizado conciencias para salvar nuestra biodiversidad vegetal y nos enseñan a abrazarla.
En muchos países existen centros de acogida, asistencia y curación de animales salvajes heridos que posteriormente, tras su recuperación, se sueltan en libertad. Miles de águilas, tortugas, delfines, linces, nutrias… son atendidos al año en estos auténticos “hospitales de fauna”.
La agricultura ecológica, como el cultivo de quinoa, y la posterior comercialización de sus productos es otra baza a favor del medio ambiente que se juega en muchos países. El respeto a la biodiversidad cultivada y a los recursos que la mantienen en pie (agua, suelo y aire) son máximas de la producción ecológica.
Esta inmensa región austral le debe mucho a Douglas Tompkins, ecologista y millonario, que invirtió gran parte de su fortuna en comprar grandes extensiones de la Patagonia (chilena y argentina) para preservar principalmente sus grandes extensiones forestales.