En torno al diez por ciento de las emisiones totales de gases de efecto invernadero (GEI), causantes del cambio climático, proceden de la agricultura. Sin embargo, tanto esta como la ganadería también funcionan como potentes sumideros de carbono, más aún en un escenario de mitigación y adaptación al cambio climático. Son muchas las vías planteadas en esta dirección: ahorros de agua y energía, limitación de las emisiones de metano de los cultivos de arroz y la ganadería, agriculturas de conservación y ecológica… Todas convergen en la denominada agricultura climáticamente inteligente.
“En agronomía una de las primeras cosas que aprendemos es que nuestro cultivo tiene que estar adaptado al clima y al suelo donde va a crecer; la cuestión radica en la capacidad para tomar decisiones en este sentido”. Carlos Gregorio Hernández, profesor de Fitotecnia de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) e investigador en el terreno de los efectos climáticos de los cultivos, defiende que la agricultura “siempre” es de partida climáticamente inteligente.
Evolución de la adopción de la agricultura de conservación en España (cultivos
herbáceos y leñosos). Adaptado de la encuesta sobre superficies
y rendimientos de cultivos, MAPAMA (2009 a 2016).