La situación del campo valenciano tiene unas características que hay que tener muy presentes para hacer un diagnóstico y poder proyectar una estrategia de futuro. En este sentido, nos encontramos con debilidades coyunturales y estructurales que están asentadas con diferente grado de intensidad y temporalidad, y que plantean soluciones complejas y diversas.
Desde la perspectiva estructural, el tamaño de las explotaciones pro- ductivas (1,71 ha/secano y 0,52 ha/regadío) dificulta su viabilidad. Además la rigidez del mercado de la tierra, por diferentes causas especulativas y culturales, obstaculiza la concentración par- celaria. Desde la perspectiva social, las debilidades proceden del envejecimiento de la población (menos de un 2% de los agricultores tienen menos de 30 años) y de una formación profesional no actualiza- da a las demandas actuales de los mercados, además de una pérdida preocupante del asesoramiento técnico público. Y desde la perspectiva económica, el reto es la falta de inversiones en las explotaciones e industrias agroalimentarias para ganar competitividad en las producciones y diversificar la economía, y mejorar la inves- tigación y transferencia de innovación, junto a la adecuada promoción de la calidad de nuestras producciones.
En este marco, parece evidente que no podemos competir con los modelos más intensivos de producción, y que se requiere abordar de forma amplia, integral, inclusiva y planificada, las mejoras a implementar. Los sistemas agrarios valencianos son diversos, y hay que poner en valor sus singularidades y multifuncionalidad, señas de identidad y garantía de la sostenibilidad y calidad de nuestros productos agroalimentarios, ligados al territorio, para generar empleo estable y garantizar un futuro para un mundo rural vivo y digno.
La Conselleria ha definido cinco grandes ejes de actuación para potenciar la transición de los sistemas agrarios hacia una sostenibilidad real en todas sus vertientes: ambiental, social y económica. Este modelo, basado en el enfoque agroecológico de los sistemas agrarios, debe potenciar el papel del agricultor/a como base para el desarrollo rural y la calidad de los sistemas alimentarios.
• Línea 1. Fomento del consumo consciente y responsable basado en productos de proximidad, calidad diferenciada y producción ecológica. Se pretende promocionar la calidad y valor de nuestros productos para garantizar unos precios dignos y estables, y ofrecer un futuro al territorio agrario. Se trata, además, de que la agricultura y la alimentación de calidad se implanten en el entorno educativo en sentido amplio para ayudar a dignificar el papel del agricultor-a en la sociedad.
• Línea 2. Fomento de la producción de calidad, con base agroecológica y garantía de proximidad (DOs, IGPs). Las acciones financiadas en el medio rural centran sus esfuerzos en el relevo generacional, con las ayudas a la incorporación de jóvenes, y en la modernización de las explotaciones agrarias, a través de medidas de inversión innovadoras, respetuosas con el medio ambiente y adaptadas al cambio climático.
• Línea 3. Fomento de la transformación y comercialización de los productos de calidad tanto a nivel local como en las exportaciones. Esta línea es clave para aumentar la diversificación económica y el valor añadido de la producción primaria. Para ello se están financiando inversiones en pymes y microempresas agroalimentarias, priorizando las que operan en el marco de figuras de calidad diferenciada y producción ecológica.
• Línea4.Potenciar elconocimiento y formación innovadora y agroecológica, la investigación participativa y las redes de colaboración en transferencia e innovación. Se están poniendo en marcha nuevos planes de formación y experimentación agraria y agroalimentaria, potenciando el enfoque territorial, agroecológico y conectando con las necesidades de los consumidores y los mercados. Para ello se cuenta con las Estaciones Experimentales y agentes colaboradores a través de la creación de una Red de fincas colaboradoras y de pro- yectos faro en el territorio.
• Línea 5. Impulsar políticas transversales que coordinen a todas las administraciones y a los agentes públicos y privados. Se realizan reuniones de trabajo para fijar mecanismos de coordinación transversal cuantificados y cuantificables. Sobre los grupos de ac- ción local (GAL) descansa el programa LEADER y sus estrategias de desarrollo local, en los que se priorizará el papel de la sociedad civil, la mujer y los jóvenes en el medio rural así como el carácter productivo, innovador y de mitigación de cambio climático.
La Comunitat Valenciana es principalmente productora de frutas y hortalizas: un 80% del valor de la producción de la rama agraria es vegetal, frente a un 20% ganadera. No ha sido nunca una región protagonista en las ayudas de la Unión Europea. Sus cultivos dominantes no son objeto prioritario de ayudas directas, el principal mecanismo de la PAC. El peso de las subvenciones en la renta agraria es muy inferior a la media nacional (12% frente al 23%).
La Comunitat Valenciana tiene unas 120.000 explotaciones agrarias, y un porcentaje decreciente de ellas presenta anualmente la Solicitud Única (menos de 50.000 lo harán en 2019). Se tramitan muchos expedientes, con una asignación individual de baja cuantía, lo que llevó en 2015 a tener cerca del 70% de los beneficiarios en el régimen de pequeños agricultores (RPA).
El PDR CV 2014-2020
Con su dotación de 450 millones de euros para todo el periodo de programación, el Programa de Desarrollo Rural CV 2014-2020 es ambicioso en sus objetivos, pero su limitado presupuesto no permite expresar toda la voluntad e ilusión puesta al servicio del medio rural y natural. Se precisa mucho más presupuesto para que las medidas previstas tengan la profundidad y el impacto que sería deseable, y la comunidad autónoma debe esforzarse en el diseño del próximo Plan Estratégico 2021-2027 para conseguir una financiación adecuada a sus necesidades.
Las acciones previstas y gestionadas por la Conselleria proceden mayoritariamente de la PAC, y es necesario contar con una financiación suficiente que permita para dotar adecuadamente las políticas regionales o locales para abordar de forma amplia e integral los retos técnicos, medioambientales y, sobre todo, sociales, entre los que está la continua pérdida de población en el mundo rural, el abandono de la tierra y del patrimonio agrario y cultural.
Entre los nueve objetivos específicos que se atribuyen a la PAC post 2020, tenemos tres de naturaleza económica, otros tres de perfil medioambiental, y finalmente tres de orden social entre los que se aborda la falta de jóvenes agricultores, la promoción del empleo, el crecimiento y la inclusión social en las zonas rurales, y finalmente mejorar la respuesta de la agricultura de la UE a las exigencias sociales en materia de alimentación y salud, en particular en relación con el suministro de productos seguros, nutritivos y sostenibles. En esta ambición legítima por mejorar el mundo rural no podemos cargar sobre el FEADER un exceso de responsabilidades, a las que deberían contribuir otros fondos como el FEDER o el Fondo Social Europeo, por citar algunos. La desconexión de los territorios es un efecto colateral de la pérdida de comunicación, y ése no es un problema exclusivo de la PAC, sino de las Políticas Comunitarias.
