El agua es la sangre que fluye por nuestras tierras. Líquido azul que mueve pasiones, como bien escaso y preciado. Nuestros grandes autores han hecho y harán referencia a cómo el agua es clave para entender nuestra cultura, nuestra gente y nuestros territorios. El agua en su propia complejidad refleja la realidad misma. Mi objetivo: cambiar el enfoque hacia una gestión más a largo plazo de este recurso que aún no tiene sustituto y comprender que la buena gestión del agua pasa por la buena relación entre los diferentes actores que la utilizan en todos los ámbitos productivos y no productivos.
El agua es un recurso estratégico para un territorio, y para su desarrollo por las enormes oportunidades que ofrece. Pero también es un bien unido al arte y a la religión, con fuentes y arroyos que son parte de nuestro sentir colectivo e identidad. Quizá el reto mayor en la gestión del agua es el cambio de paradigma necesario para apreciar que la España del siglo XXI, de Google, poco tiene que ver con la España del siglo XIX, de Joaquín Costa. Nuestras raíces son importantes, pero ahora un aspecto fundamental cara al futuro será la digitalización y el impacto de las nuevas tecnologías en la gestión del agua y del territorio.