Sumario

En Primera Persona

Luis Antonio Sáez

Director de la Cátedra sobre Despoblación y Creatividad de la Diputación de Zaragoza

“Si los pequeños pueblos quieren ser ciudades van a vivir permanentemente frustrados.”
“El teletrabajo, o su combinación con periodos presenciales, va a ser una opción que se acabará imponiendo.” 
“El problema no es perder población, lo malo es tener un territorio desequilibrado o que la gente no pueda vivir donde quiere.” 

Texto: Ismael Muñoz. Fotografías: Rosa Belén Sáez Guillén y Luis Antonio Sáez Pérez

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Luis Antonio Sáez Pérez es economista, pero centra su discurso en valores que no cotizan en bolsa ni se monetizan. Valores sociales, personales, de convivencia, de satisfacción personal, valores perennes de los humanos que pueden ser el motor que mantenga la vida en los pueblos. Puede que con ellos no se coma, pero mueven a las personas convencidas a instalarse y buscar oportunidades donde otros solo ven problemas, a aprovechar todas las ventajas que el medio rural y natural ofrecen. Por eso reivindica la vida rural como una opción, consciente de sus limitaciones, pero convencido de que las ventajas sociales, emocionales, de sostenibilidad y calidad de vida inclinarán la balanza a su favor o, al menos, crearán un nuevo habitante a caballo entre lo urbano y lo rural.

¿Los habitantes de los pueblos en la España vaciada tienen que asumir que van a vivir con determinadas carencias?

No todos los pueblos son iguales y no creo que en general se viva tan mal en las zonas rurales. De hecho, hay pueblos con una serie de servicios y cosas materiales superiores a las que tienen muchos barrios de ciudad. Si se valora tanto un modelo de vida urbano, quizás lo que tengan que hacer es irse a la ciudad porque son más urbanitas que rurales. No todos podemos tener de todo en todos los lugares, aunque sea impopular decirlo. Me chirría que lo digan colegas míos de investigación porque nunca ha sido así y no va a poder serlo desde un punto de vista académico y científico.

A las personas que viven en los pueblos hay que darles el acceso a lo básico, aunque no salgan los números, deben tenerlo lo más cerca posible. Pero también tienen que reconocer los beneficios que disfrutan, ventajas relacionadas con la calidad de vida que es imposible tener en una ciudad. Si los pequeños pueblos quieren ser ciudades van a vivir permanentemente frustrados, con sensación de déficit imposible de solucionar.

Hay razones económicas que pueden ser decisivas, ¿qué actividades económicas pueden favorecer la permanencia de la población rural?

Producir y vivir no tiene por qué ser en el mismo lugar. Habrá pueblos pequeños donde no habrá mucho que producir. Sin embargo, la nueva economía, que parece impulsarse por las circunstancias de la pandemia, es más digital y tecnológica. Hasta un 40 % del trabajo actual podría hacerse a distancia, según un informe del Banco de España. Los trabajos de cuidados y atención a las personas pueden ser otra oportunidad, sin olvidar la simultaneidad de la actividad entre la ciudad y el pueblo. Pequeñas empresas tecnológicas, con buenas conexiones a internet, pueden ser competitivas desde las zonas rurales.

Habla de poner en una balanza ventajas e inconvenientes, pero la falta de oportunidades en el plano laboral puede hacer que las desventajas sean insalvables.

Trabajo de calidad hay en estos lugares, incluso mejor que en una ciudad. Tomar la opción de vivir en un sitio lleva adheridas las posibilidades de lo que puedes hacer allí. El teletrabajo, o su combinación con periodos presenciales, va a ser una opción que se acabará imponiendo. No creo que haya tantos factores de expulsión en los pueblos ahora como hacía años, quizás el acceso a internet de calidad pueda ser uno de ellos. Hay una primacía de valores sociales que se adaptan mejor a lo urbano, con su economía de escala y de aglomeración de oportunidades. Si introducimos ideas de sostenibilidad, consumo y convivencia, y recuperamos la idea de que “lo pequeño es hermoso” (Schumacher), esa escala de valores puede cambiar.

¿Por qué es tan grave que exista una España vacía?

El problema no es perder población, lo malo es tener un territorio desequilibrado o que la gente no pueda vivir donde quiere. Si hiciéramos un nuevo mapa de España haríamos una distribución de pueblos y ciudades distinta. Tenemos una realidad heredada de otro contexto. No solo es herencia patrimonial y topográfica, lo es también sentimental. En esto se fundamenta, sobre todo, la demanda del mundo rural que conocemos: afectos que quieren ver los pueblos poblados. Un territorio habitado implica que las personas forman parte de él, pero también es cierto que tenemos capacidad técnica y organizativa para cuidar del territorio viviendo muy concentrados.

¿Tienen futuro los pueblos pequeños?

Creo que sí lo tienen, aunque el futuro será lo que nosotros queramos como ciudadanos. Puede que haya pueblos en los que, en determinadas épocas de año, no viva nadie, pero habrá otros que con muy poca gente tendrán una gran calidad de vida. Con poquita gente se pueden tener comunidades vivas.