Se cierne sobre los montes do Gato la mayor catástrofe de la cual soy contemporánea y que afectará de manera irreversible para los próximos treinta años a la vida del rural, a la biodiversidad y al patrimonio cultural de un territorio histórico llamado territorio de Nendos, que se extiende hasta el océano sobre los valles de estos montes, entre los municipios coruñeses de Aranga, Coirós y Oza Cesuras: la construcción de un parque eólico sobre una necrópolis megalítica.
Se trata de uno de los lugares de Galicia más habitados de manera continuada por las civilizaciones a lo largo de la historia y cuyo nombre, Nendos, proviene de la voz celta nemeth, que significa “bosque sagrado o santuario donde se practicaba el culto a las piedras, fuentes y árboles”, según se detalla en obras de Fernando Cabeza Quiles, Cabanas López y Casal Quintáns. Estos montes están llenos de vestigios, algunos reconocidos como bienes de interés cultural, ya sean petroglifos de arte rupestre o un castillo del siglo VI, el de Teodomiro, monumento inmueble del primer reino de Europa que fue el reino de la Galicia sueva llamado Gallaecia.
Una mañana, notifiqué dos túmulos y cuando fueron los técnicos de Patrimonio a certificarlos, hallaron uno más en la zona de afección donde se proyectaba instalar un aerogenerador del parque eólico Felga. La noticia dio la vuelta al mundo: “Aerogeneradores sobre una necrópolis megalítica”, tituló Sonia Vizoso en El País, en Cultura, a toda página. Debieron de pensar, ¡hasta en Canadá!: “menudos bárbaros”. Pero los bárbaros fueron un pueblo civilizado si lo comparamos con la salvajada que estamos viviendo quienes habitamos los valles que conforman los montes do Gato. No eran cinco aerogeneradores, como creímos al principio, lo que pensaban instalar sobre los yacimientos funerarios del Neolítico, ¡algunos a un metro de distancia del vial!, sino cuarenta: cuarenta aerogeneradores de 200 metros de altura, más altos cada uno de ellos que la torre Picasso de Madrid, con varias subestaciones eléctricas y, al menos, tres líneas de alta tensión bajando desde los montes do Gato hacia sus valles habitados desde tiempos inmemoriales.
Nadie advirtió a los habitantes del rural del maremoto de renovables no reciclables que se nos venía encima. No estoy relatando una historia de hace siglos. Estoy hablando de Galicia, hoy mismo. Nadie se enteró de lo que se estaba perpetrando sobre su aldea, su parroquia, su casa, su paisaje, su tradición ganadera, maderera, agricultora, apicultora, su patrimonio, su familia, sus tierras, su presente y su futuro, ¡su vida!, con una falta de respeto hacia la dignidad de las personas del rural sin precedentes en un país civilizado. Ante tal indefensión, nuestra respuesta ha sido la fundación de tres plataformas vecinales: Plataforma Aire Limpo nas Mariñas Mandeo, Plataforma SOS Patrimonio Monte do Gato Seselle y Plataforma A-Legre. Ahora recolectamos firmas entre la vecindad para que los montes do Gato no se dinamiten y se declaren parque natural de interés arqueológico.